Llega el tinto tonto de verano. Ya no es la luna ni el calendario zaragozano quien nos dice el momento exacto que entra el verano. Es/son las rebajas de el Corte Inglés que a las 10 en punto del día "h" tiene un grupo de ansiosos compulsivos compradores dispuestos a correr hasta la primera estantería estratégicamene colocada y tocar, tocar, tocar para llevarse la ganga del año. Como en todas las estaciones, "ya es primavera", etc., tenemos la suerte en este país que se ha privatizado ya la determinación del cambio estacional.
Pero ¿qué es el verano? Lo primero que se nos ocure ¡las vacaciones!. No todo el mundo se va de vacaciones, pero desde los años 60 que en la España de pandereta y Seat 600 nos mostraba a la familia preparando el viaje a cualquier costa, hemos ido evolucionando, ahora ya hay más fórmulas: el avión es el dueño del desplazamiento masivo. Volar ya no es de privilegiados y los aeropuertos se han convertido en una especie de mercadillo urbano en el que se mezclan los olores, los colores, los carritos, los vendedores, los gritos, las carreras y los sonidos por altavoz. Las gentes tumbadas, haciendo cola, sentadas, oyendo, leyendo, comiendo, deambulando, esperando, llamando, comprando, sufren, salen y entran en los espacios infinitos de escaleras automáticas, pasarelas eléctricas, espacios de espera, puntos de encuentro....Es el rito de las vacaciones. Viajar es uno de los deseos de la gente.
El cambio más importante del verano, de momento, es que NO HAY FUTBOL, se nota por el despiste que lleva la gente los primeros días tras el final de la liga. Esto requiere una adaptación del personal, mayormente ellos, que tienen que reintegrase a una nueva rutina familiar. ¿qué hacer? en el bar no hay futbol, no puedo acudir al estadio, o viajar con el equipo. Y la compra del diario deportivo...
Se vive de manera diferente en las grandes capitales, en las pequeñas ciudades y en el ámbito rural: los giris de calcetin blanco y sandalia no suelen salir del recorrido gastado por los buses turísticos, las zonas de bares y los recorridos ultrapateados de las iglesias y plazas más vistas. Al final recorren cinco mil kilómetros para pasar horas y horas en burguers y cafes de esas cadenas que se repiten en cualquier esquina del planeta. El verano de la ciudad pequeña, si ésta no tiene mucho interés turístico o su ayuntamiento no lo ha promocionado bien, es de lo más aburrido y desolador. La modorra hace que emigren los pocos que quedan y los que quedan, al final, son los que dicen: joder que bien se está sin tanta gente.
La sorpresa en los últimos años es en el ámbito rural. Ahora parece que todo el mundo tiene pueblo donde regresar. Así que si quieres la tranquilidad del pueblo que tanto prestigio y calidad tenía antaño, estás equivocado. Si tienes suerte te pueden montar un botellón en la plaza del pueblo con dj inocorporado y decibelios desparramándose sin piedad por las paredes del, otrora tranquilo pueblo. Por las mañanas truenan los quacs y las motos... dicen que se van a ver la naturaleza, son ecologistas y esas cosas. No sé que opinará la Naturaleza de esas visitas.
Pero ¿qué es el verano? Lo primero que se nos ocure ¡las vacaciones!. No todo el mundo se va de vacaciones, pero desde los años 60 que en la España de pandereta y Seat 600 nos mostraba a la familia preparando el viaje a cualquier costa, hemos ido evolucionando, ahora ya hay más fórmulas: el avión es el dueño del desplazamiento masivo. Volar ya no es de privilegiados y los aeropuertos se han convertido en una especie de mercadillo urbano en el que se mezclan los olores, los colores, los carritos, los vendedores, los gritos, las carreras y los sonidos por altavoz. Las gentes tumbadas, haciendo cola, sentadas, oyendo, leyendo, comiendo, deambulando, esperando, llamando, comprando, sufren, salen y entran en los espacios infinitos de escaleras automáticas, pasarelas eléctricas, espacios de espera, puntos de encuentro....Es el rito de las vacaciones. Viajar es uno de los deseos de la gente.
El cambio más importante del verano, de momento, es que NO HAY FUTBOL, se nota por el despiste que lleva la gente los primeros días tras el final de la liga. Esto requiere una adaptación del personal, mayormente ellos, que tienen que reintegrase a una nueva rutina familiar. ¿qué hacer? en el bar no hay futbol, no puedo acudir al estadio, o viajar con el equipo. Y la compra del diario deportivo...
Se vive de manera diferente en las grandes capitales, en las pequeñas ciudades y en el ámbito rural: los giris de calcetin blanco y sandalia no suelen salir del recorrido gastado por los buses turísticos, las zonas de bares y los recorridos ultrapateados de las iglesias y plazas más vistas. Al final recorren cinco mil kilómetros para pasar horas y horas en burguers y cafes de esas cadenas que se repiten en cualquier esquina del planeta. El verano de la ciudad pequeña, si ésta no tiene mucho interés turístico o su ayuntamiento no lo ha promocionado bien, es de lo más aburrido y desolador. La modorra hace que emigren los pocos que quedan y los que quedan, al final, son los que dicen: joder que bien se está sin tanta gente.
La sorpresa en los últimos años es en el ámbito rural. Ahora parece que todo el mundo tiene pueblo donde regresar. Así que si quieres la tranquilidad del pueblo que tanto prestigio y calidad tenía antaño, estás equivocado. Si tienes suerte te pueden montar un botellón en la plaza del pueblo con dj inocorporado y decibelios desparramándose sin piedad por las paredes del, otrora tranquilo pueblo. Por las mañanas truenan los quacs y las motos... dicen que se van a ver la naturaleza, son ecologistas y esas cosas. No sé que opinará la Naturaleza de esas visitas.
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