Manhattan, la 25E (East River), los ruidos y las prisas de NY, los parques y las chicas y los chicos elegantes, guapa ni fea, hay gente. Los juppies del low Manhattan son una especie a extinguir tras los atentados del 11 S. Ya en Zuccotty Park se llena de guiris como nosotros y tan solo resiste el puesto de Jam’s que vende albóndigas de faláfel como un descosido.
La línea 6 y la Q vuelan y los buses tan lentos, los paisajes de rascacielos y el infierno de los desesperados que sonríen al mal tiempo, las gárgolas del Chrysler otean la isla hecha de paredes. Esta ciudad tiene luz, color, lujuria, vicio, y soledad y todo lo contrario, es como nosotros: una ilusión que camina por las avenidas y siempre terminas en la mar: la mar de de todo y la del “mecachis”. Te hablan en español pero España es un país que limita con Belice.
Bajo una lluvia más que pertinaz en el Rokefeller Park, que es como un apéndice del Battery, las miniaturas de Tom Otterness serán ya el punto de encuentro en NY. Amo esa isla que es Manhattan, aunque no me siento correspondido. Si "ella" me amara, no me hubiera dejado volver.... con la frente marchita...je, je
Manhattan, está hecho de onomatopeyas y tiendas y aceras. De testas humanas llenas de pinganillos iPod, Nokias y otras series. Es una catedral donde los rezos se escriben en postal y te montan un réquiem en saxofón, a pelo, si te queda un hueco en Times Square para centrarte entre los reflejos de los millones de leds que están escalando los edificios. Las misas dominicales de las iglesias baptistas y tantas más que llenan de gospel nuestras almas acostumbradas al kyrie eleison y al dominus vobiscum. Pablo, el alicantino de Manhattan nos dice que en esa isla están censados poco más de un millón y medio de almas, pero cada día se juntan casi nueve millones. Puede que esto es lo que le de a Manhattan ese carácter tan especial. Eso, de espacio hablamos, mientras el cemento grita ¡hierba! a gritos de ¡taxi! Llegas para sobrevivir ca
da día, como aquél niño, vendedor de periódicos y te vas ansioso de llegar a los paisajes desnudos de mi Castilla y León, por las riberas del Odra, del Pisuerga, del Duero… cualesquiera.
Y allá en la 25 con la 3AV, en la esquina, “The Hairy Monk” nos invita a un karaoke y las chicas de “Vértigo” un tanto estiradas nos sirven un refresco mientras preparan las mesas para los after hours. En el Bellevue Hospital, mientras hacemos tiempo, más que para comprobar que la salud es lo que importa.
Casi sin tiempo para chequear el correo y veo-leo a Rafa y Anna Cris perdidos por Mongolia, Siberia y los mares de interior… que sueltan anécdotas viajeras, a Pilar desde México, la gente de Paris, Li Joan que se nos fue a su China del alma, la superbruja de Monterrey, los de Barberà en su Camino de Santiago, y ya metidos en Bloomfield en New Jersey , a 40 minutos de la Gran Manzana, nos encontramos con los Servas en Casa de Isa y Paul. Paul portaba la camiseta que le hice cuando vino a Sabadell, Claudia Pinto de Brasil ¡entusiasta!, Dianne de Singapur, los de Sri Lanka, de Bolivia, Argentina, Colombia y, como no, La familia Lazarus de Brookling casi al completo, Helga Smith, coordinadora de NY que presentó el encuentro. Y al final, vuelta a casa en en 747 donde caben tan solo dos piernas y una azafata de perfil aprendiendo malabarismo para centrar la bandeja en esa especie de cochitril. Los aviones, (sus compañías) que practican el “racismo económico”nos dividen por clases, propongo que en la
“turista” quiten los asientos, así todos juntitos, llegarán a destino con un jet lag o lo que es lo mismo la “disritmia circadiana” compartida entre –que con el roce viene el cariño-. Las “niñas” nos esperan en el Prat con la “fragoneta” impuntuales como siempre, pero con la esperanza de que en unos días se convertirán en lusitanas… mirando estáticas al Atlántico “la mar” de tranquilas.
La línea 6 y la Q vuelan y los buses tan lentos, los paisajes de rascacielos y el infierno de los desesperados que sonríen al mal tiempo, las gárgolas del Chrysler otean la isla hecha de paredes. Esta ciudad tiene luz, color, lujuria, vicio, y soledad y todo lo contrario, es como nosotros: una ilusión que camina por las avenidas y siempre terminas en la mar: la mar de de todo y la del “mecachis”. Te hablan en español pero España es un país que limita con Belice.
Bajo una lluvia más que pertinaz en el Rokefeller Park, que es como un apéndice del Battery, las miniaturas de Tom Otterness serán ya el punto de encuentro en NY. Amo esa isla que es Manhattan, aunque no me siento correspondido. Si "ella" me amara, no me hubiera dejado volver.... con la frente marchita...je, je
Manhattan, está hecho de onomatopeyas y tiendas y aceras. De testas humanas llenas de pinganillos iPod, Nokias y otras series. Es una catedral donde los rezos se escriben en postal y te montan un réquiem en saxofón, a pelo, si te queda un hueco en Times Square para centrarte entre los reflejos de los millones de leds que están escalando los edificios. Las misas dominicales de las iglesias baptistas y tantas más que llenan de gospel nuestras almas acostumbradas al kyrie eleison y al dominus vobiscum. Pablo, el alicantino de Manhattan nos dice que en esa isla están censados poco más de un millón y medio de almas, pero cada día se juntan casi nueve millones. Puede que esto es lo que le de a Manhattan ese carácter tan especial. Eso, de espacio hablamos, mientras el cemento grita ¡hierba! a gritos de ¡taxi! Llegas para sobrevivir ca
Y allá en la 25 con la 3AV, en la esquina, “The Hairy Monk” nos invita a un karaoke y las chicas de “Vértigo” un tanto estiradas nos sirven un refresco mientras preparan las mesas para los after hours. En el Bellevue Hospital, mientras hacemos tiempo, más que para comprobar que la salud es lo que importa.
Casi sin tiempo para chequear el correo y veo-leo a Rafa y Anna Cris perdidos por Mongolia, Siberia y los mares de interior… que sueltan anécdotas viajeras, a Pilar desde México, la gente de Paris, Li Joan que se nos fue a su China del alma, la superbruja de Monterrey, los de Barberà en su Camino de Santiago, y ya metidos en Bloomfield en New Jersey , a 40 minutos de la Gran Manzana, nos encontramos con los Servas en Casa de Isa y Paul. Paul portaba la camiseta que le hice cuando vino a Sabadell, Claudia Pinto de Brasil ¡entusiasta!, Dianne de Singapur, los de Sri Lanka, de Bolivia, Argentina, Colombia y, como no, La familia Lazarus de Brookling casi al completo, Helga Smith, coordinadora de NY que presentó el encuentro. Y al final, vuelta a casa en en 747 donde caben tan solo dos piernas y una azafata de perfil aprendiendo malabarismo para centrar la bandeja en esa especie de cochitril. Los aviones, (sus compañías) que practican el “racismo económico”nos dividen por clases, propongo que en la
Llegas con fuerzas eh!!!muy interesante tu entrada; yo también me quedo tranquila ¡que remedio!, mirando no al atlántico, sino con añoranza mi cantábrico y tu imperdible de sabadell.
ResponderEliminarUn abrazote