Sant Jordi, la rosa, el libro y todo lo contrario Tras el boom de las rosas digitales o reales tan inoloras e insípidas, queda lo menos vistoso: el libro. La servas que tengo en casa es una persona sencilla, diminuta, así como humilde y que agradece cualquier detalle. Pero lo más significante es "el libro" es una mujer pegada a un libro o viceversa que también vale. Y yo que soy un provocador, le he puesto la tele justo de frente donde estaba leyendo, pero no ha habido manera, no ha levantado el ojo del libro. Sale a la terraza a fumar un pitillo, lo cierra cuidadosamente, lo recuesta sobre el cojín, como si le dijera: espera un momento que ahora vuelvo. Cuando regresa, le hablo, cambio de canal, comento dos noticias, la lluvia... y cuando termino, (me escucha atentamente) y cuando ve que hay campo abierto, toma su libro con delicadeza y recuesta su mirada sobre él. Me doy cuenta qué gran compañero de viaje es un libro. Me imagino a Donna visitando Barcelona y de tanto en tan...
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