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Hoy aparece una clienta por la tienda que hace un tiempo arrastra una depresión. Los ratos de conversación sin ton ni son, pero con esa cerrazón de las mujeres coraje. Separada, con un conflicto permantente... reclamando, pidiendo, ¡clamando! Dios, quién nos ha organizado. Una familia, como se dice ahora, desestructurada. Pero hoy en medio de varios clientes que estaba atendiendo aparece ella, me mira y me pregunta ¿qué, no me conoces?, -tú estás más delgado-, bueno, ella tenía una apariencia muy sana. Me dice que ha estado viviendo en Jerez, pero que a us hija no le gustaba y que ha tenido que regresar por ella.
Poco despúes me pide un favor: ¿Me puedes guardar el perrito un par de horas, pues vamos al dentista y no puede esar allí?, bueno se ha quedado en su "saquito" todo callado, observando, medio dormido nuestra rutina en la copistaría. Cuando ha regresado a por él, ni nos acordábamos ya del perrito. Pero una de las cosas que ha sorprendido a mi amigo Toni es esa forma natural de los con-vecinos o clientes que vienen, te saludan, comparten un poco sus noticias, su vida, te dejan el perro al cuidado... La ternura llega a veces a las 6 de la tarde.

Comentarios

  1. Y más tarde también llega, la ternura digo.
    Esas clientas que te cuentan en minuto la vida entera, no las entiendo pero seguro están muy, muy solas. Uno tiene la oreja entrenada... o tal vez no, no tiene ganas pero no le queda otra ¿Verdad?.
    Pasé a visitarte. Me interesó tu blog.
    Te dejo un saludo cordial.
    Alicia

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