Manhattan, la 25E (East River), los ruidos y las prisas de NY, los parques y las chicas y los chicos elegantes, guapa ni fea, hay gente. Los juppies del low Manhattan son una especie a extinguir tras los atentados del 11 S. Ya en Zuccotty Park se llena de guiris como nosotros y tan solo resiste el puesto de Jam’s que vende albóndigas de faláfel como un descosido. La línea 6 y la Q vuelan y los buses tan lentos, los paisajes de rascacielos y el infierno de los desesperados que sonríen al mal tiempo, las gárgolas del Chrysler otean la isla hecha de paredes. Esta ciudad tiene luz, color, lujuria, vicio, y soledad y todo lo contrario, es como nosotros: una ilusión que camina por las avenidas y siempre terminas en la mar: la mar de de todo y la del “mecachis”. Te hablan en español pero España es un país que limita con Belice. Bajo una lluvia más que pertinaz en el Rokefeller Park, que es como un apéndice del Battery, las miniaturas de Tom Otterness serán ya el punto de encuentro en NY. Amo