Es un mensaje muy simple: PAZ. NO Estuve antes en Israel y justo ahora me encuentro en medio de una guerra infinita, visible, a dos pasos del infierno de los vencidos y los vencedores. Ayer en Palestina no encontramos casi nadie, pero los casi nadie también nos sonrieron. Los comercios, la vida casi invisible, casi imposible. Lo mismo en Jerusalem. Abraham nos trata como a sus nietos y nosotros le hemos adoptado cual abuelo en Jerusalem. El es conocido y apreciado. Abraham es ternura, paciencia, palabra, historia y cultura. Su casa nos deja un recuerdo de tertulias, cafe árabe, comida y atención. Cualquier visita es aceptada e invitada a tomar algo. Abraham habla con sencillez, paciencia y sonrie y te mira directamente a los ojos. Le hemos caído bien y nos ha sentido como un buen regalo nuestro afecto y nuestra compañía. Ante la pregunta sobre el conflicto-guerra, Abraham permanece en silencio e indiferente. Hace años fue un hombre activo, pero ahora da la impresión de que no quiere hablar mucho del tema. Él no es muy optimista. Judith nos pide perdón por habernos recibido en medio de una "guerra". Todo es un poco extraño y tenemos que escuchar, hacer muchas preguntas para entender lo que está pasando, dejar las respuestas al tiempo. Parece que todo es esperar. Los silencios corren por las calles. Jerusalem a las 12 despierta la oración en los altos minaretes que sacuden las piedras de todos los templos para renovar plegarias, dudo si de fraternidad o de palos y estacas. Nosotros como extraños en una ciudad hermosa llena de dioses, de oraciones, de cruces y medias lunas, tan solo nos limitamos a contemplar y esperar que nadie tenga que mirar al cielo para encontrar la señal y perder de nuevo la esperanza. Al muro de las lamentaciones acuden hombres y mujeres separados. ¿Quién inventa tanta tontería? Esta vez las columnas de humo no son bengalas de fiesta. Es de noche y alguna estrella puede caer en un lado y otro de las franjas de la miseria que han creado los todopoderosos inventores de países, de armas, de contiendas. A tan solo minutos de fin de año. Un deseo: PAZ y amor o amor y PAZ.
ya veremos
ya veremos
Me gustó mucho tu texto, tu sensibilidad. Y Jerusalém me despierta sentimientos contradictorios. Abraham podría también ser el otro, el mítico. Besitos brasileños, Mafe
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