Desde Málaga
La jacaranda está en plena euforia preveraniega. Le toma el pelo a los barrenderos, pues cuando barren bajo su tenue sombra, llueve flores sobre ellos y desesperan. Esto ha traído incluso polémica municipal: a favor y en contra de "talar" tan precioso y ornamental árbol, que no deja de ser un símbolo para una ciudad como Málaga.
Es díficil comprender que el Sr. Alcalde nos invite a "tomar" la ciudad cuando para ir del hotel hasta el palacio de Congresos, a tan solo 1.500 metros, ya sea en bus, en coche, taxi, etc. tienes que hacer un recorrido de 8 kilómetros, con sus largas esperas entre semáforos, rotondas, y vías que se entrecruzan y que dividen barrios de una forma tremenda. Espero, un día, pasear por la c/. Velázquez... sentir bajo mis pies un gusano de hierro que recorre las entrañas de una Málaga que en el año 2008 sucumbió a las gruas, las escavadoras, las hormigoneras...un paisaje sin gente en medio de una ciudad abrumada.
Pero al margen de esto, aún nos quedan los rincones, los que aún no están tan ocupados por la tensión turística, ni por las franqucias tan repetitivas, los rincones son los espacios donde aún no han llegado las inmobiliarias, ni las cámaras. Queda lo auténtico y ya solo lo encontraremos tras una escrupulosa observación o escabando junto al teatro romano en busca de otros restos, tal vez fenicios quienes tal vez hace diez mil años también tenían problemas de "urbanismo"
Es tremendo hacer más de mil kilómetros para encontrarnos con las mismas cosas. Estamos llegando a una globalización aburrida, controlada por las Visa y las Master, disfrazadas de un glamour de plástico-dinero, te encuentras a toda tu familia: Starbooks, Mango, Ikea, McDonalds, Zara, Mercadona, Telepizza....
Así pude contemplar una bella localización "Mijas" en la que abundan las tiendas, casi tapan el pueblo, la blancura, la pureza y la gracia de estos pueblos tan bellos. Aún quedan los burros como transporte folkórico-turístico y casi todo lo demás es modernidad integrada. Los giris se han convertido en lo propio y así me dice Julián "el guía" que ahora los británicos que tienen bares instalados, hacen vacaciones también en agosto. Quién lo diría vinieron para pasar el mes de Agosto a esta costa de luz y sol y ahora se van precisamente en ese mes. Ellos inventaron el turismo de sol y playa y van por delante nuestro. Son los primeros que huyen al llegar la presión del verano.
Tras bajar Mijas. nos perdimos por el puerto de Benalmádena, lleno de yates, instrumentos de navegación mucho más dinamicos que el google y todo esto por donde nos perdemos tantas horas. Es un puerto pijo, al que te dejan entrar sin que lo seas. Pero al final terminas envidiando el pantalón corto, la cerveza, los canales de acceso a la furia del tener. Así todos compañeros de viaje y de visita comentan ¿cómo es posible que con un sueldo mileurista, dosmileurista o más, se pueda tener este nivel de vida? ¿qué hay que hacer para llegar hasta Benalmádena puerto, en un barco de estos? y así nos quedamos patidifusos entre tanto lujo, con los ojos brillantes y el alma tranquila, como partir hacia un viaje con retorno al centro de la mar camino del encuentro entre dos mares que se vislumbran millas más abajo y donde el "mono de Gibraltar" pasea sus gluteos pelados entre ramas de plastico y aluminio.
Vuelvo a Málaga, y me quedo con su jaracanda que luce en la Plaza de la Merced que pinta de azul un suelo para importunar al barrendero de turno... je, je, es la primera vez que veo a un árbol reirse un poco de la gente. No todo es sombra.
La jacaranda está en plena euforia preveraniega. Le toma el pelo a los barrenderos, pues cuando barren bajo su tenue sombra, llueve flores sobre ellos y desesperan. Esto ha traído incluso polémica municipal: a favor y en contra de "talar" tan precioso y ornamental árbol, que no deja de ser un símbolo para una ciudad como Málaga.
Es díficil comprender que el Sr. Alcalde nos invite a "tomar" la ciudad cuando para ir del hotel hasta el palacio de Congresos, a tan solo 1.500 metros, ya sea en bus, en coche, taxi, etc. tienes que hacer un recorrido de 8 kilómetros, con sus largas esperas entre semáforos, rotondas, y vías que se entrecruzan y que dividen barrios de una forma tremenda. Espero, un día, pasear por la c/. Velázquez... sentir bajo mis pies un gusano de hierro que recorre las entrañas de una Málaga que en el año 2008 sucumbió a las gruas, las escavadoras, las hormigoneras...un paisaje sin gente en medio de una ciudad abrumada.
Pero al margen de esto, aún nos quedan los rincones, los que aún no están tan ocupados por la tensión turística, ni por las franqucias tan repetitivas, los rincones son los espacios donde aún no han llegado las inmobiliarias, ni las cámaras. Queda lo auténtico y ya solo lo encontraremos tras una escrupulosa observación o escabando junto al teatro romano en busca de otros restos, tal vez fenicios quienes tal vez hace diez mil años también tenían problemas de "urbanismo"
Es tremendo hacer más de mil kilómetros para encontrarnos con las mismas cosas. Estamos llegando a una globalización aburrida, controlada por las Visa y las Master, disfrazadas de un glamour de plástico-dinero, te encuentras a toda tu familia: Starbooks, Mango, Ikea, McDonalds, Zara, Mercadona, Telepizza....
Así pude contemplar una bella localización "Mijas" en la que abundan las tiendas, casi tapan el pueblo, la blancura, la pureza y la gracia de estos pueblos tan bellos. Aún quedan los burros como transporte folkórico-turístico y casi todo lo demás es modernidad integrada. Los giris se han convertido en lo propio y así me dice Julián "el guía" que ahora los británicos que tienen bares instalados, hacen vacaciones también en agosto. Quién lo diría vinieron para pasar el mes de Agosto a esta costa de luz y sol y ahora se van precisamente en ese mes. Ellos inventaron el turismo de sol y playa y van por delante nuestro. Son los primeros que huyen al llegar la presión del verano.
Tras bajar Mijas. nos perdimos por el puerto de Benalmádena, lleno de yates, instrumentos de navegación mucho más dinamicos que el google y todo esto por donde nos perdemos tantas horas. Es un puerto pijo, al que te dejan entrar sin que lo seas. Pero al final terminas envidiando el pantalón corto, la cerveza, los canales de acceso a la furia del tener. Así todos compañeros de viaje y de visita comentan ¿cómo es posible que con un sueldo mileurista, dosmileurista o más, se pueda tener este nivel de vida? ¿qué hay que hacer para llegar hasta Benalmádena puerto, en un barco de estos? y así nos quedamos patidifusos entre tanto lujo, con los ojos brillantes y el alma tranquila, como partir hacia un viaje con retorno al centro de la mar camino del encuentro entre dos mares que se vislumbran millas más abajo y donde el "mono de Gibraltar" pasea sus gluteos pelados entre ramas de plastico y aluminio.
Vuelvo a Málaga, y me quedo con su jaracanda que luce en la Plaza de la Merced que pinta de azul un suelo para importunar al barrendero de turno... je, je, es la primera vez que veo a un árbol reirse un poco de la gente. No todo es sombra.
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